HISTORIAS DE ESTA LETRINA

Historias de ésta letrina

miércoles, 28 de diciembre de 2011

28 DE DICIEMBRE

No sé qué es peor, si las pegas que hacen en las emisoras o los “bloopers”  que pasan en los noticieros (incluyendo noticias increíbles que nunca pasaron).

 

jueves, 22 de diciembre de 2011

LO QUE ME GUSTA

Los blogs que he publicado han sido de cosas que realmente me molestan o que simplemente no deberían existir por el ridículo que causan. Los pocos que me leen me cuestionan si soy conforme o feliz con algo en el mundo. Mi respuesta es sí, existen cosas que me causan gran placer, y que tal vez, para otros causaría aversión. Inicialmente, me encanta ver a los hombres cuando se caen en la calle; las mujeres usualmente me producen una simple sonrisa, pero cuando se trata de un varón saludable, y de preferencia que esté caminando con ganas de llamar la atención, genera en mí carcajadas incontenibles, que en un par de ocasiones me han hecho merecedor justo de un putazo. Cómo nací cobarde, he dejado de reír ante el improperio en mi contra, pero segundos después retomo tan magna labor.


JEFES AMISTOSOS

El síndrome de adulto amigable y buen tipo con los más jóvenes se está propagando rápidamente dentro de casi todos los sectores de la sociedad. Creí en un principio que se limitaba tan solo al tío más joven de la familia, que se caracterizaba por portar con orgullo el peinado de Rafael Orozco y un cepillo en el bolsillo trasero del jean. Qué errado estaba!. Luego de unos años descubrí que también existían docentes que trataban a sus alumnos con el mismo rasero que a sus amigos; saludos de manos con el puño cerrado, invitaciones a bajar pola, preferencias académicas, financiación de cigarrillos al final del día, chicos de billar, préstamos monetarios, ocasionales partidos de fútbol y demás demostraciones de que, aunque se tengan 40 años, se puede ser amigo de un pequeñuelo de apenas 15.






jueves, 1 de diciembre de 2011

NAVIDAD EMPRESARIAL


Siguiendo el consejo de un buen amigo, decidí escribir acerca de la navidad empresarial. No solo lo hice por él, sino porque presencié un acto decadente y a la vez cómico. Estando hoy sentado en mi puesto de trabajo, empecé a escuchar una campana, de esas pequeñitas y fastidiosas. El sonido no parecía emerger de un lugar específico, por lo que seguí en lo mío. Unos minutos después sentí ese estridente ruido muy cerca, a pocos metros. No pensé que la empresa en la que laboro pudiera llegar tan lejos; creí que con el espectáculo dado en Halloween había bastado, pero me equivocaba.