Cada vez que espero el cambio del
semáforo para cruzar la calle, veo una maleta Totto en la espalda de alguien.
Cada vez que paso por algún monumento veo a algún colombiano posando para una
foto, con cara ridícula y gafas Ray-Ban de 5 lucas. Vivo en la nueva Colombia,
a 5000 Km.
Como hordas de zombies, se
vuelcan en grupos de 6 o 7, con sus camisetas piratas de la selección de
fútbol, hacia el centro de la ciudad. Atiborran los transportes públicos con su
falta de tacto, y su precaria forma de expresarse. Incomodan con sus malos
modales, con sus burdas combinaciones de media blanca hasta la mitad de la
pantorrilla , sandalias y pantaloneta de trotar. Hacen fila para tomarse fotos.
Emplean viejas y estúpidas formas de montajes para parecer que tienen los
monumentos en las palmas de sus manos. Se indignan cada vez que alguien
menciona algo del narco tráfico y de la cocaína.
Aún así, y sintiendo gran
admiración por el lugar que están conociendo, que les abrió los brazos de forma
amistosa y sin ninguna restricción, el colombiano sigue quedando en ridículo
por sus propios medios. Sigue botando basura indiscriminadamente en las calles,
sigue quejándose de los precios, sigue teniendo pésimos modales en la mesa,
sigue poniendo vallenato y música para tomar aguardiente en los parlantes de
los celulares. Sigue pidiendo rebaja, sigue con la molesta costumbre de no
saludar ni despedirse del amigo tendero. Sigue diciendo en restaurantes que la
comida colombiana es mejor, sigue diciendo que las mujeres son mejores, que la
cerveza es mejor.
Si les parece mejor, ¿para qué
putas viajan?. Con esa plata que se gastan diariamente en el extranjero pudieran
comprar 20 canastas de cerveza, 12 litros de aguardiente, 45 platos de pelanga
y 61 kilos de chunchullo. Pueden seguir admirando sus mejores mujeres, pueden
seguir diciendo que Colombia es pasión, pueden seguir diciendo que el ajiaco es
el mejor plato del mundo. ¿Cuál es el sentido de visitar un lugar fuera de
Colombia, si no se va obtener una retroalimentación?. Viven en Colombia y se
quejan de todo, del alcalde, del costo de vida, del transporte público, de los
pocos eventos culturales, etc., pero van a otros lugares y en ese instante
Colombia se vuelve el país perfecto.
Están los otros casos, que son
los que viven en el extranjero, por motivos educativos o laborales. Día a día
viven con la añoranza de volver a esa zanja ubicada entre el pacífico y
Venezuela. Hacen reuniones de colombianos, se venden entre ellos aguardiente
Antioqueño, Nectar, Chocorramo, café y demás productos. Viven hablando pestes
del lugar que sin ninguna mezquindad les otorgó residencia, hablando pestes de
los locales, que son fríos y faltos de alegría. Se sienten orgullos de ser
personas escandalosas y problemáticas, de ser los que prenden cualquier fiesta.
Añoran ir al Espinal o a Pailitas.
Son los mismos que en Colombia que
quejaban de Petro y sus políticas de basura, y se dan cuenta que fuera de ese
país la situación no es mucho mejor.
Pido que de ahora en adelante los
que vayan a salir del país, dejen la grosería y la indecencia en casa. No
viajen con sus malos modales y sus costumbres incivilizadas, respeten los
lugares que visiten, no demuestren lo ñeros que son. Por favor, no se saquen la
carne depositada entre los molares, con las uñas. No tomen directamente de la
botella de cerveza de litro. No traten de tomar fotos con los
monumentos en sus palmas de las manos, ni delante de los demás digan que todo en Colombia es mejor.
No más colombianos ampones fuera
de Colombia. No más colombianos haciendo vacío con las lenguas en los dientes
para sacar residuos de comida. Respeten.
que buen que volvio a escribir, ahora usted es un embajador de nuestra propia cultura
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