HISTORIAS DE ESTA LETRINA

Historias de ésta letrina

lunes, 13 de agosto de 2012

EL PAÍS MÁS FELIZ DEL MUNDO


El síndrome del país más feliz del mundo; un mal que aqueja a cualquier habitante de Colombia, se presenta usualmente en personas con su salario recién consignado en las cuentas de nómina, ó en los asentamientos con una temperatura ambiente mayor a los 20°C. 


Imaginémonos el siguiente caso. Viernes de algún mes del año, un hombre promedio de 37 años, residente de –por decir una ciudad– Santiago de Cali. A las 3 de la tarde en una fatídica llamada se entera que un amigo suyo, con el que compartió todos sus estudios secundarios, se despidió de éste mundo en un accidente automovilístico en la vía que conduce al corregimiento de Pance. Llama a algunos compañeros más y conciertan una cita a las 7 de la noche en la funeraria donde están velando a su amigo. En medio del llanto de la familia y la zozobra de los más cercanos, el hombre, al que llamaré en adelante Anthony Caicedo (nombre y apellido puestos al azar), decide que para pasar un poco la tristeza, no les caería mal entre todos comprar una botella de aguardiente Blanco.



Proceden entonces, a reunir entre 4 personas el dinero, y empiezan a servir rondas cada dos minutos aproximadamente. Ya un poco maltrechos por los efectos del alcohol, vuelven a la sala de velación, con el volumen de la voz más alto de lo habitual, ofreciendo aguardiente a los dolientes que se encuentran sentados. Uno se pone de pie, y tambaleando dice en voz alta “Dario era una persona muy alegre, siempre con una caneca de blanco debajo del brazo y los zapatos listos pa bailar donde fuera, ¡qué falta que va a hacer el hijueputa este!”.



El día del entierro, cuando el féretro esta ad portas de ingresar al orificio del suelo, Anthony Caicedo, en el estado de embriaguez más alto, viene acompañado de tres borrachos más, y un grupo de mariachis. Llegan al ataúd, lo rocían con un poco de aguardiente, le botan un par de flores y le indican a los mariachis que sigan tocando. Abrazan a la madre del muerto, le dicen que su hijo era un verraco, que siempre era el más feliz, que nadie en el entierro debería estar triste, porque al muerto no le gustaría ver a nadie llorar, sino que armaran una fiesta en su honor, con trago, mujeres, perico, bazuco, salsa, reggaetón, pelea, tiros al aire y fritanga. La madre, que siempre vociferó que Colombia es el país más feliz del mundo, accedió, diciendo que así lo hubiera querido su hijo.



En efecto, se armó un parrandón de magnitudes bíblicas, con putas, aguardiente Blanco en cantidades navegables y perico por bultos. Todos fueron felices, recordando al ser querido, diciendo que la mejor manera de despedirlo era estar felices y borrachos.



Y ése es el síndrome del país más feliz del mundo; esconder la tristeza detrás del trago y las drogas, excusar la muerte con una fiesta, despedir a las personas con mariachis y aguardiente. Recuerden el entierro de Joe Arroyo. La gente en Barranquilla bailando, cantando sus canciones, borrachos a la orilla de las carreteras, balbuceando en medio de una copa alabanzas a sus letras, a sus ritmos. Gente llorando, que nunca vieron ni de lejos a Joe Arroyo, pero bailando con el equipo de sonido a todo volumen. 



¿Eso es ser el país más feliz del mundo? La gente se enfiesta porque se murió alguien y a eso le llaman el país más feliz del mundo. Pregúntenle a una familia  de luto de Estocolmo, o de Oslo, si el deseo del muerto hubiera sido que se embrutecieran con aguardiente y pusieran salsa a todo volumen para despedirlo.



 La gente en Colombia vive con miedo, con hambre, con pobreza, con necesidades, pero no con felicidad. Viven muchos con un dólar diario, pero cuando se muere alguien, un familiar o un cantante, ese dólar diario se multiplica por arte de magia y se convierte en trago por montones, en mariachis, en flores, en perico. Estar borracho no significa estar feliz, y cualquier lugar de mundo debe ser mas feliz que esta marranera; cualquier humano deber ser más feliz que un colombiano, sobre todo un colombiano lejos de su patria.








1 comentario:

  1. Los ignorantes son felices, este es un país con tanta ignorancia rampante que por eso es el país más feliz (o uno de los países más felices del mundo)

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